sábado, 4 de marzo de 2023

Pepe Sancho: un hombre de acción

PEPE SANCHO: MEMORIAS DE UN HOMBRE DE ACCIÓN Media entrada del Teatro Bellas Artes en una fría mañana de noviembre de 2008. Pepe Sancho presenta sus memorias tituladas como él mismo, Pepe Sancho. El libro, grueso pero que luego resultará de una gran amenidad, se edita bajo el sello de Ediciones B. La media entrada es toda entera de famosos. "Si esto fuera una función, las he tenido peores", se felicita el protagonista. Pepe Sancho está pletórico al inicio de la presentación de su libro en el Teatro Bellas Artes. Este teatro perteneció a José Tamayo, personaje que lo influyó grandemente al dirigirlo en Enrique IV, de Pirandello, por eso la obra que estrenará de nuevo el 3 de diciembre [de 2008] en esta misma sala del Bellas Artes, el Teatro de Tamayo: Enrique IV de Pirandello. Las celebridades que casi llenan la sala al final de la presentación (han ido llegando unos tarde, otros medio tarde, ya a función empezada) son compañeros de rodajes y de montajes, periodistas y hasta presentadores de telediarios y gentes de la cultura en general que apoyan al actor, tan ensalzado por la crítica seria como vapuleado por la prensa del corazón a la que él llama basura y ha mandado más de una vez "a mamarla". La expresión la repite Raúl del Pozo con fruición, acompañante en la mesa, recreándose en ella, regocijándose de que alguien haya tenido las agallas de usarla ante las cámaras. "He escrito este libro para poder expresarme con libertad. Trabajando desde los 6 años, creo que tengo suficiente bagaje para poder decir lo que quiera. Lo que me dé la gana -enfatiza-. No pretendo que sean unas memorias al uso, sino los episodios de mi vida que más me apetece mostrar". No habla Pepe Sancho sobre su vida privada, no quiere y punto, ni contestará más tarde a preguntas, calificando de basura a los compañeros que tal esperan, que a tal le incitan con el manido pretexto de que "tienen que ganarse la vida". "Sois basura", señala Pepe con su índice de campesino una y otra vez sin entrar a considerar que sí, que existe esa forma de ganarse la vida hoy en día que los de pueblo no entendemos: El preguntar por lo que duele, revolver en lo que jode hasta que el grano (o el callo, o la llaga) reviente. Lo cierto es que Pepe Sancho en el teatro ha hecho de todo, desde empresario arruinado que fue del Alfil, tras lo cual tuvo que huir al Paralelo barcelonés acosado por las deudas, hasta galán joven en un teatro ambulante, y maduro por España y América (mas varias pérdidas personales dolorosísimas), para llegar a su consagración definitiva con Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, primero en Mérida luego por toda España (Madrid y los teatros de la Generalitat) de la mano del director italiano Maurizzio Scaparro. El libro puede leerse como una novela de aventuras y a ratos como una novela picaresca por donde desfilan los más curiosos y aguerridos personajes de la Historia de España (el marqués de Villaverde y las nietas y nietos de Franco, sin ir más lejos) compañeros que fueron en ocasiones de quien tuvo que ingeniárselas para engañar al destino y que llegó a robar hasta el pan (o las mantecadas y el vino de misa a un cura samaritano) para sobrevivir. De una familia humildísima, veía cómo sus honrados padres eran incapaces de salir de la miseria. Esto, junto con el hecho de ver en el cine de su pueblo (Manises, de que es hijo adoptivo) que Humphrey Bogart tiraba los cigarrillos nada más encenderlos, le llevó a creer firmemente que quería ser actor porque allí tenía que haber mucho dinero. Fue así como, siendo aún adolescente, se fugó hasta tres veces de su pueblo y llegó a acabar en la cárcel porque estas fugas constituían todo un delito. Aventura tras aventura y las desventuras entremezclándose, siempre vio la manera de salir del fango y cuando más metido estaba en él, lo llama Maurizzio Scaparro para hacer de Adriano, "a Maurizzio le importaban un pito tus andanzas, lo único que le importaba es que fueras un actor", algo sorprendente en el panorama español al uso, por lo que se ve. ' Divertidísima lectura y toda una lección de vida. Anunciación Fernández Antón María Anunciación Fernández Antón

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