martes, 7 de marzo de 2023

Aurora Bautista: el rostro de tantas heroínas

AURORA BAUTISTA LA ACTRIZ QUE PUSO ROSTRO A TANTAS HEROÍNAS Pocas figuras tan dignas de estar en los diccionarios del cine y del teatro español como Aurora Bautista, la actriz que puso rostro a tantas heroínas que han sobrevivido a los avatares de la Historia de España gracias al cine. Pero sea que vivimos demasiado de prisa y todo lo olvidamos muy pronto, sea que Aurora Bautista pertenece al repertorio de caras que los jerifaltes de la cultura asocian con los años más duros de nuestra reciente historia, lo cierto es que su imagen ha quedado relegada al panteón de ilustres heroínas... del pasado: Santa Teresa de Jesús, Agustina de Aragón, Juana La Loca. Y aunque puede decirse que actualmente asistimos a una paulatina recuperación de estas mujeres en el mundo del arte, ello no ha traído, por el momento, la redención de la que tan bien las supo encarnar. Todo se andará. Lo cierto es que, a pesar de formar ya parte indefectible de nuestra memoria colectiva, en mi búsqueda de datos concretos sobre Aurora Bautista me encontré con que el Diccionario Mundial de Actores no la trae. Tampoco el índice de actores del libro "100 años de cine", de Augusto M. Torres. Por suerte, el Diccionario del Cine Español que dirige Juan Luis Borau y edita la SGAE corrige en parte el entuerto, aunque miren lo que dice de Aurora Bautista: Actriz declamatoria y grandilocuente. Por supuesto, hablaba de su papel al frente de las heroínas citadas, digo yo. No de La Tía Tula. Sin embargo nadie duda de que Aurora Bautista es una gran actriz, una de las más grandes, y que en sus inicios cubrió todas las facetas dramáticas, desde el teatro clásico, en el que se inició, hasta el cine, donde triunfó por completo en la década de los 50 y sobre todo de los 60. Pero nunca abandonó el teatro, como veremos. Su infancia y primera juventud parece que fueron duras, al menos tal como imaginamos que debe corresponder a una niña de postguerra, hija de un republicano represaliado y obligado a dejar su ciudad (Valladolid) para vivir en otra bien distinta (Barcelona), adonde hubo de trasladarse con toda su familia al salir de la cárcel. El argumento de su vida resulta así en verdad novelesco como pocos y me recuerda mucho la peripecia vital de una heroína de novela que me impresionó enormemente cuando la leí, Leticia Valle (Memorias de Leticia Valle) cuya autora, Rosa Chacel, también era de Valladolid. Algo que viene muy a cuento con lo que luego diré de Aurora Bautista a la que he conocido en persona hace apenas unos meses. Leticia Valle cuenta sus experiencias de niña de postguerra española, ambientadas en Simancas y otros lugares de la Castilla imperial, en el mismo tono intimista y observador para los detalles mínimos, de aguda nostalgia por la cotidianeidad, que podemos ver en la mirada de Aurora Bautista. En la de las películas y en la de carne y hueso. También en aquella novela hay traslados que causaban ausencias y añoranzas, pues los ojos de la niña se fijaban con tanto detalle en lo que tocaban, que por fuerza había de añorar lo que dejaba atrás aún antes de conocerlo. Preciosismo de lo vulgar, lo han llamado algunos, capacidad para crear microcosmos con la mirada a partir de elementos muy pobres de la cotidiana vida de provincias, limitada casi a ver sin ser vistos, han dicho acertadamente otros. Todo eso es lo que comparte Aurora Bautista con la heroína de la novela de Rosa Chacel. Estas mujeres de postguerra tenían una extraordinaria capacidad para crear mundos insólitos, a la manera de los que crea la pintura, en medio de la más anodina cotidianeidad provinciana. Basta para darse cuenta de ello con recordar a La Tía Tula, la heroína de la película de Miguel Picazo (1964) basada en la novela homónima de Unamuno, a la que ha quedado indisociablemente unido el nombre de esta maravillosa actriz. Su mejor papel, sin duda inolvidable. ¿Alguien se ha aburrido viendo esa película? A mí siempre me ha parecido apasionante, puro suspense. La mujer se ve reducida, como en las novelas de la gran autora que cito y de otras muchas escritoras casi coetáneas (Carmen Martín Gaite, Josefina Rodríguez Aldecoa, Elena Soriano) al espacio doméstico, un espacio privado que resulta asfixiante visto desde fuera. Allí la mujer desarrolla, sin darse cuenta, una forma de desenvolverse y sobre todo de mirar, que es capaz por sí misma de crear, completamente encerrado entre visillos, un auténtico microcosmos. En la Valladolid de Rosa Chacel, en la Salamanca de Carmen Martín Gaite, en el resto de las ciudades del interior de la postguerra española donde sólo se podía mirar a la calle entre visillos (de ahí el título, uno de los más conocidos de Martín Gaite) la mirada de la mujer debía de ser por fuerza así y así ha quedado reflejada en la literatura y en el cine. Las otras tenían el mar (Carmen Laforêt, Mercedes Salisach) y ahí la mirada ya es distinta, pero en la ancha Castilla de Unamuno, no había más remedio que mirar hacia adentro. De ahí que ellas, como Tula, sólo podían crear y recrear su intimidad y el espacio de su mirada era el de su propia interioridad. Una intimidad entrevista, soñada, pocas veces vivida en plenitud, pero que ellas debían defender contra todo y contra todos porque era lo único que tenían. Aurora Bautista tuvo también más tarde el mar catalán, pero le quedó para siempre esa mirada ensimismada, intimista, creadora de microcosmos en los que posarse, llevados ya para siempre y por doquier desde su infancia y adolescencia vallisoletanas. Después de debutar como actriz de teatro clásico en Barcelona interpretando a Shakespeare y a nuestros clásicos dentro del Teatro Universitario de la ciudad Condal, la fama le llegó de inmediato con Locura de amor (1948) a las órdenes de Juan de Orduña, quien la dirigiría también más tarde en Pequeñeces y Agustina de Aragón (ambas en 1950). Hasta aquí lo que dice el Diccionario. Lo otro es la altisonancia. Pero en el último número de Teatro Madrid (Mayo 2.004) se aporta un dato sumamente interesante sobre Aurora Bautista. Es la actriz Ana Marzoa quien habla de su carrera, para lo que enseña una foto en la que junto a ella, se ve actuar a Aurora Bautista: "Recuerdo una obra que tuvo mucho éxito en el Teatro Marquina, se llamaba Paso a paso, dirigida por Ángel garcía Moreno en el 87. Era la historia de una academia de danza, de Richard Harris. Y recuerdo sobre todo a Aurora Bautista porque tenía en ese montaje una comicidad extraordinaria, estaba deliciosa...Era un reparto maravilloso: Encarna Paso, Gemma Cuervo, Aurora Bautista, que estaba fantástica". Estaba fantástica, repite una y otra vez con sincero entusiasmo Ana Marzoa. Versatilidad de una gran actriz, capaz de hacer creíbles papeles tan dispares como los de reina castellana y chica de revista. Y todo ese potencial se sigue adivinando en esa mirada serena, atenta al detalle y hasta escudriñadora, capaz de hacer no obstante, de perfecta y anónima asistente a un evento cultural. Era en la Casa de América, pura casualidad. Apenas dos días antes la había visto en una galería de Arte de la calle General Castaños, y sigue siendo la misma Tula de siempre. Nunca la había visto fuera de la pantalla, pero con toda naturalidad respondió a mi saludo como si se tratara de dos viejas conocidas. Inmediatamente me dijo dónde vivía (cerca del Wellington, menuda suerte) y añadió: "ahora", no sea que yo me equivocara y fuera a verla a su antiguo domicilio. La misma cara de niña asombrada sin una gota de maquillaje, nada que ocultar, nadie de quien ocultarse ni ante quien exhibirse, una más escuchando a José Manuel Caballero Bonald, eufórica porque sigue haciendo películas (la última El Tiovivo, de Garci, me contó, con otros que también son santo de mi devoción, como Juan Jesús Valverde). Si alguien hubiera exclamado en la Casa de América: "¡Es Aurora, Aurora Bautista!", todos se hubieran vuelto hacia ella y el interés por el acto hubiera cambiado de rumbo. No fue así. Si hasta su nombre de nacimiento lo conserva tal cual, que no necesitó cambiárselo para triunfar. Aurora Bautista Zúmel. Así nació y así vive. No iba a cambiarse de nombre La Tía Tula. Declamatoria. Pues vaya. Imágenes de Aurora Bautista tomadas de la Web de Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. María Anunciación Fernández Antón

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