sábado, 4 de marzo de 2023

Ana María Vidal

Ana María Vidal nace en el centro mismo de Madrid, Calle Esparteros, en 1944, muy cerca de la Puerta del Sol y de la iglesia de Santa Cruz, lugares ambos muy amados por su memoria. Era de origen humilde pero su padre era un hombre culto, gran aficionado al teatro, aunque por desgracia se le murió muy joven. Tras cursar estudios en la Escuela de Arte Dramático de Madrid, donde ingresó con apenas 9 años, al acabar el primer curso fue la niña en La rosa tatuada de Tennesee Williams, con Miguel Narros, y con él se fue de giras por España ese verano. Empero, su primera experiencia interpretativa de fuste fue en la obra Los años del Bachillerato (1960), con dirección de José Luis Alonso, director al que nombra con holgura, obra en la que conoció a la también debutante Tina Sainz. Eran los años en que las compañías se iban de gira por toda España, particularmente en época de Ferias, en las que coincidían con los toros. También son amados por su memoria directores teatrales como Modesto Higueras, José Luis Alonso, Miguel Narros, Pedro Osinaga y su familia, Antonio Guirau, Gustavo Pérez Puig y su mujer Mara Recatero, hay tantos y tantos amados en sus memorias que prácticamente la escena española del último medio siglo tiene cabida en ella. Y cabida amada. Entre los actores, son legión los que compartieron protagonismo y reparto: Sus queridísimos Tina Sáiz y Pepe Rubio, Fernando Delgado (padre e hijo) y otra vez Pedro Osinaga (también padre e hijo), Jaime Blanch, su ídolo y maestro Vicente Parra, Jesús Puente, Alicia Hermida, Lola Herrera, Ester Bellver... Por citar sólo un estreno en el María Guerrero, Cerca de las estrellas de Ricardo López Aranda (1961), el reparto era el siguiente: Milagros Leal, Antonio Ferrandis, José Bódalo, Lola Cardona, Enriqueta Carballeira, Fernando Marín, Manuel Galiana, Carlos Villafranca, Gonzalo Cañas, Alberto Alonso, Sonsoles Benedicto, Luisa Hermosa... Baste decir que todo el que era alguien en la escena, amén de todos los teatros en todas las plazas importantes de España (por el verano hacían con sus giras la misma ruta que los toreros) salen en sus memorias como protagonistas de las mismas y amados por su corazón: Bilbao, San Sebastián, Gijón, Vigo, Sevilla, Cádiz. Habría que enumerar a toda España con todos sus teatros y muchas de sus familias ilustres, dentro y fuera de la escena, para dar un resumen cumplido de lo que ella ha vivido en su rica carrera de actriz. Pero es que en general la actriz Ana María Vidal es una persona tan amable, tan bella en el más puro y genuino sentido de la palabra, que raro es el compañero de giras, o director de casting, o compañero de fatigas en general (no es fácil encontrar pensión barata en las Ferias veraniegas de España) del que no hable bien. Se llevaba bien con todo el mundo, tenía compañeros maravillosos de los que era devota y aprendía a rabiar, idolatraba a su familia y todos se adoraban entre sí y se apoyaban como leones: Su madre cuidándole a su hijo, bien en casa bien yéndose de gira todos juntos, sus tatas tan entrañables hasta que se morían de viejas o se iban para casarse. Cuando en su vida hay un pequeño incidente (como cuando su padre la llevó a que la conocieran los familiares de Jaén), ella lo cuenta con todo sentimiento. O como cuando le robaron la paga del bolso, dejado en el camerino durante la función. Eso cuando se anda justito, y los inicios de Ana María fueron humildes por lo que su paga hacía falta en casa, sienta muy mal. Sus desgracias familiares son vividas por el lector como propias y en carne viva, merced a esa empatía que ella transmite: la muerte de su padre, la enfermedad de su hermano... Son golpes demoledores que sólo supera con más trabajo y apoyándose mucho en los que la quieren. Pero la mayor parte de su vida está jalonada de sucesos extraordinarios, encuentros maravillosos y casualidades salvadoras. Estas Memorias son, por ello, una bendición, y su lectura deja la sensación de alguien que ha pasado por los escenarios haciendo amigos, viviendo y aprendiendo de todo y de todos. Y que sigue en activo, aunque ahora más calmada, en cine y sobre todo en la televisión. Su vida privada ha transcurrido paralela al teatro: Eran una familia, sus relaciones eran estrechas, era la época en que había dos funciones diarias. Por ello, las dos parejas de las que habla en sus memorias, las conoció cómo no, en los ámbitos del Teatro: Estuvo casada con el director, productor y actor Vicente Haro. Su hijo, que aunque abogado de carrera, se dedica a la promoción de artistas, también se llama así, y su actual compañero se llama José Manuel Paulino y es regidor, mientras escribo estas líneas, en el Teatro Español. Vive en Brunete, pueblo que con su nombre le dedica un Festival desde hace años, como antes vivió en General Pardiñas, más tarde en calle Viriato, tuvo el primer piso comprado en el edificio Galaxia de Moncloa... Todo te lo cuenta con amenidad y sencillez en estas memorias que acaba de publicar la editorial T&B bajo los auspicios de AISGE en una colección que bajo el título Memorias de la Escena Española dirige el actor Juan Jesús Valverde, a quien debo que este ejemplar haya llegado a mis manos Entre otras obras, destacan: Ocho mujeres (1961). El cianuro ¿sólo o con leche? (1963). Nunca es tarde (1964). Enseñar a un sinvergüenza (1968). Juegos de medianoche (1971). Sé infiel y no mires con quién (1979). Entre mujeres (1988). Durante los años en que Gustavo Pérez Puig dirigió el Teatro Español, fue la protagonista indiscutible de funciones que tuve la suerte de presenciar: La venganza de Don Mendo (1998). Los habitantes de la casa deshabitada (1999). Misión al pueblo desierto de Buero Vallejo, (1999). Don Juan Tenorio (2000), Celos del aire (2003), Melocotón en almíbar (2005). La decente, de Mihura (2008). Televisión.- Fue durante los años sesenta y setenta, una de las actrices que más se prodigó en los espacios de teatro televisado que por aquella época emitía Televisión Española. Sus viajes a Prado del Rey eran diarios y, cuando se terciaba, compaginados con sus dos actuaciones diarias en los Teatros de Madrid. Su primer contacto con el medio fue un papel en la obra Matrícula de humor en 1960. Siendo una de las actrices más fieles al medio televisivo, en los siguientes años los personajes que interpretó en espacios llamados Estudio 1 o Novela teatral superaron el centenar. Ana María Vidal sigue en activo. Y sigue siendo espléndida. Anunciación Fernández Antón María Anunciación Fernández Antón

No hay comentarios: