martes, 7 de marzo de 2023

Mary Paz Pondal

MARY PAZ PONDAL Conocí en persona a Mary Paz Pondal hace tan sólo unos pocos meses en la Casa de Asturias, de Madrid, donde ella "formaba mesa" junto con otros (es cargo de la noble Institución), y lo que más me llamó la atención fue la gran simpatía que emanaba de ella y su enorme capacidad de comunicación, de dirigirse con claridad y sencillez a las gentes anónimas y de toda edad y condición que allí nos congregábamos. Tan es así, que en aquella ocasión, yo que no me sabía el programa y la oía desde muy lejos, al fondo de la sala, no pude menos de preguntar a mis vecinos de butaca quién era. Era, me dijeron, Mary Paz Pondal, y bien orgullosos que estaban de contar con ella en la Casa. Como que pertenece a la Junta Directiva, lo que lleva tan a gala como ser miembro de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas. Su nombre me trajo de inmediato resonancias de algo grande pero ya distante, dejado atrás y como muy alejado del momento actual y de mis propios intereses de crítico teatral. ¿Cómo es posible que yo no manejara a diario ese nombre y no lo oyera pronunciar por doquier en los ámbitos en que me muevo? Mary Paz Pondal, Mary Paz Pondal, repetí intentando recordar. Sin duda tenía la culpa de todo una época en que todo envejece de inmediato. Pero sonarme, claro que me sonaba, muchísimo, y no me pareció justo que tan gran señora quedara relegada a una época ya lejana de nuestra historia cinematográfica y teatral, cuando lo cierto es que se encuentra tan viva como entonces. Viva en todos los sentidos. Y bellísima. Enseguida me planteé ahondar un poco más en tan ilustre persona que debió poseer una belleza poco común, tal como lo demuestra la que aún hoy, ya entrada en años, atesora. Por dentro y por fuera. Primero, lo que dice de ella el Diccionario del Cine Español (Alianza Editorial), que dirige José Luis Borau: "Nacida en Oviedo, a los 16 años se traslada a Madrid para realizar estudios de Arte Dramático en la Escuela Superior. A finales de los años 60 se produce su lanzamiento artístico con papeles teatrales en La Celestina (Melibea) y con el inicio de películas como Club de solteros (P. M. Herrero, 1967)", en las que ya apuntaba su gran carisma de actriz erótica. Esta caracterización de erótica, en la que el diccionario insiste mucho como si de un cliché se tratara, ofende a una gran actriz que, sólo a causa de su gran belleza y de la estrechez mental de quien la juzga, sería acreedora de tal calificativo sin más. Pero los diccionarios son así, encasillan, y lo que es peor, se limitan a copiar lo que dicen otros y consagran a Mary Paz Pondal como erótica y a Aurora Bautista como declamatoria... Aunque peor, peor... Peor es que no te saquen en absoluto. Para comprender esto del erotismo, hay que situarlo en su contexto: Eran los años finales de la censura. Trabajos que combinaban el duro y difícil oficio de hacer reír en tiempos de penuria con un cierto aperturismo en lo social y en lo político. Fue algo muy propio de la transición democrática y un movimiento que dio grandes éxitos en películas en que se combinaba el llamado "landismo" con la pretensión de moralidad política y en las que Mary Paz Pondal actuaba junto a estrellas indiscutibles de la talla de Paco Martínez Soria (El padre de la criatura, de Pedro Lazaga, 1971, Estoy hecho un chaval y La Tía de Carlos, de L. Mª Delgado, 1981). Y en el que títulos como Aunque la hormona se vista de seda, de Vicente Escribá, 1971, Mi primer pecado, de Manolo Summers,1976, Esa cosa con plumas, de O. Ladoire,1987, se hacían merecedores del "erotismo desenfadado y opulento" de que habla el diccionario. Pero Mary Paz Pondal hizo más de CIEN películas. Tal vez por no aceptar encasillamientos, aunque éstos fueran motivados por el éxito arrollador, y porque sus inquietudes artísticas la empujaban a explorar otros territorios, Pondal decidió dedicarse paralelamente al teatro, actividad en la que se había iniciado en el papel de Melibea al lado de Milagros Leal: Los inocentes de La Moncloa, de Rodríguez Méndez, El deseo bajo los Olmos, de O'Neill, Ninette y un señor de Murcia y A media luz los tres, de Mihura, La barca sin pescador, de Casona, El baúl de los disfraces, de Jaime Salom, El baile, de Edgar Neville, son títulos en los que hizo papeles destacados. De nuevo el papel de Melibea, esta vez al lado de María Guerrero haciendo de Celestina... Y sólo cito por encima, saltándome las tres cuartas partes de todo lo que hizo, porque en el 73 tuvo que abandonar el trabajo momentáneamente para asistir al nacimiento de su hijo David. ¿Hay quien dé más? Pues suma y sigue: En 1974 forma Mary Paz Pondal compañía propia en la que, bajo la dirección de su compañero Fernando Pereira, muerto recientemente en abril de 2.004, consigue grandes éxitos de taquilla y de crítica: La zorra y el escorpión, de Alfonso Paso, con Armando Calvo; Amando Amanda, de Arteche, con Gracita Morales; Educando a un idiota, de A. Paso, con Máximo Valverde; La decente, de Mihura, con Vicente Parra. De gira por España, lleva El Hotelito, de Antonio Gala, por Guatavo Pérez Puig; La condecoración, de Luis del Olmo, por Vergel; El rayo, de José Osuna, Don Juan Tenorio, en El Español. En 1992 estrena espectáculo propio en el Centro Cultural de la Villa. Se trata de un montaje de diseño original para dar a conocer la obra del poeta García Lorca titulado Mi querido Federico. A éste seguirán los homenajes a otros poetas contemporáneos: Compañero del alma (Miguel Hernández) o Tres poetas (los citados y Antonio Machado), La paz y la palabra (Blas de Otero), trabajos con los que sigue recorriendo los teatros de España y de todo el mundo de habla hispana allí donde se lo soliciten. No descarta volver al cine. De nuevo pregunto: ¿Hay quien dé más? Si además tuvo tiempo de ser erótica, mejor para ella. Lo cierto es que a mí siempre me ha parecido totalmente serio el trabajo de gentes como Paco Martínez Soria, Alfredo Landa, Mary Paz Pondal, y el de todos cuantos se dedicaron con mayor o menor fortuna a hacernos reír o sonreír durante los años difíciles. A estas figuras gigantescas, épicas en cierto modo, se unen también nombres de grandes autores teatrales que iluminaron los años oscuros con su falta total de prestigio para sus contemporáneos (Mihura, Jardiel, Arniches), lo que les hizo trabajar por encima de sus posibilidades, en un verdadero descenso a los infiernos, para dejar una obra grande, inmensa, hecha contra el rechazo de las élites. Recuerdo a este propósito algo que dijo en su día Paco Martínez Soria: "el que tiene miedo de llegar hasta el fondo en todo lo que se propone, es que tiene miedo de lo que va a encontrar dentro de sí mismo". Algunos adoptaron desde el principio el humor, a otros les vino de refilón sólo a fuerza de desastres, porque de repente descubrieron que tenían éxito en lo más inesperado, en lo menos serio y nunca querido (Arniches, Saza) cuando ellos pretendían nada menos que lo sublime, como cualquier hijo de vecino. Además de todas las virtudes descritas, su gran belleza y sus grandes dotes dramáticas, Mary Paz Pondal es la propietaria de algo envidiable, algo que me causa una envidia enfermiza, tremenda: Se trata de un molino en Asturias, un molino a 60 kilómetros de Oviedo, su tierra natal, el Molino de Oviñana, convertido ahora en Casa Rural y donde ella pasa el mes de agosto. Situado en plena naturaleza, el Molino se ubica en un entorno paradisíaco, muy cerca del mar y de la villa de Cudillero, capital del Concejo al que pertenece Oviñana. Cercanas quedan las playas del Silencio, del Aguilar y de San Pedro. Pues que sigas cosechando éxitos, Mary Paz, o que hagas lo que te guste y seas feliz. Te lo mereces. María Anunciación Fernández Antón

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