martes, 7 de marzo de 2023

Alberto Closas y el Teatro Muñoz Seca

EN HOMENAJE A ALBERTO CLOSAS, LA SALA PRINCIPAL DEL TEATRO MUÑOZ SECA, DE MADRID, LLEVARÁ SU NOMBRE El pasado día 13 de octubre tuvo lugar un homenaje a ALBERTO CLOSAS en el teatro Muñoz Seca, de Madrid. En la mesa estaban la poeta Fina de Calderón, las actrices Julia Gutierrez Caba y Analía Gadé, el actor Alberto Closas hijo, que momentos antes había descubierto la placa conmemorativa, y el empresario teatral Enrique Cornejo, que hizo las veces de presentador y de anfitrión. Además asistieron al acto un nutrido número de personalidades del espectáculo y de la cultura en general, como José Sazatornil (SAZA), el antiguo alcalde de Madrid José María Álvarez del Manzano, Asunción Balaguer, Rosa Valenty, Federico Luppi y un sin fin de rostros famosos, compañeros todos de andanzas y fatigas del gran actor homenajeado. Julia Gutierrez Caba improvisó un discurso destacando las cualidades de Alberto Closas, no sólo como actor con el que compartió escena en contadas ocasiones, sino también como director, una faceta menos conocida por el gran público. Analía Gadé leyó una emotiva carta en la que glosó su figura de caballero infatigable, amigo incondicional y trabajador inagotable, que hacía planes hasta para mucho después de su muerte, incluso cuando ésta ya estaba anunciada, aceptada y sabida. Porque sencillamente Alberto Closas no quería irse, esperaba el milagro. Así que, cuando le tocó el turno a su hijo, éste no pudo hablar porque, con ser un hombre hecho y derecho, las lágrimas se lo impedían por completo y hubo de disculparse. Pero antes que todos ellos, había intervenido la poeta Fina de Calderón y lo había hecho con un discurso que llevaba muy bien preparado, tanto que casi se lo sabía de memoria, y que me parece interesante reproducir aquí por dos razones: La primera, porque en él se mezclan todas las facetas de la riquísima personalidad de Alberto Closas, artísticas y humanas, y la segunda, por la gracia con que fue leído por esta mujer entusiasta. Tanto, que del esfuerzo hubo de ser atendida, acto seguido, por el SAMUR, pero esta pequeña debilidad fue sólo un momento, y ello sin duda a causa de la emoción, pues casi de inmediato, esta valerosa mujer insistió en volver a casa en su propio coche. Reproduzco, pues, el discurso que ella misma me prestó a insistencias mías en cuanto se lo oí leer: "Queridos amigos: Ante todo, perdón por mi voz que ha pasado, después de una insoportable gripe, de ser soprano a mezzosoprano o casi barítono. Era de rigor un homenaje a ese inolvidable actor que fue Alberto Closas. Para ello, mi buen amigo Enrique Cornejo me ha pedido unas palabras y un poema. Pese a estar inundada de trabajo, he querido complacerle y complacerme a mí misma tratándose de aquel gran hombre de teatro y de cine, que gozaba de tantos amigos actores, entre ellos José Luis López Vázquez. Por cierto, que reconozco entre el público caras admiradas y conocidas como la de Asunción Balaguer, con la que pienso próximamente estrenar al alimón una obra de teatro de la que me siento muy satisfecha y de la que no dudamos les gustará. A Alberto Closas lo conocí en París a través de otro gran actor de La Comédie Française, Robert Manuel, que poseía una magnífica colección de estatuillas de Molière fabricadas en toda clase de materiales. Había Molières negros, amarillos, blancos..., en fin, de todas las razas. A este propósito, la hija de Robert Manuel, Cathérine Salviat, también actriz de La Comédie Française, que en estos días está representando en París "El gran teatro del mundo", tomará parte en uno de mis "Miércoles de la poesía". Con Robert Manuel y Alberto Closas frecuentábamos tanto los bistrots bohemios de Montmartre (sin obviar los de la Place du Tertre) como los más intelectuales de la Rive Gauche. En mi piso parisino del boulevard Saint Germain (¡qué habrá sido de éste!) a menudo aparecían ambos cargados de flores, e incluso recitaban para mí algunos poemas de mi predilección. Los tres amores de Alberto, todos lo sabemos, eran el teatro, las mujeres, los hijos y las flores. A su paso por las floristerías parisinas, iba vaciándolas y acopiando lo mismo rosas que azaleas u orquídeas... exceptuando, claro está, los crisantemos, que, como en nuestro país, tienen un significado en parte funerario. ¡Cuántos encuentros maravillosos me unen a estos grandes artistas de las tablas! Yo sabía todo o casi todo de Alberto Closas: que nació en Barcelona, donde transcurrió su niñez y su adolescencia; que más adelante marchó a Argentina. Allí estudiaría en la Escuela de Arte Dramático siendo partenaire, nada menos, que de Margarita Xirgu y convirtiéndose pronto en primer actor y rompecorazones. Su vida estuvo ligada a esas dos tierras que él tanto amó: Argentina y España, transcurriendo por igual su estancia en los dos países: 6 meses en cada uno. En Buenos Aires, tan pronto en los teatros de la calle Cervantes (tan justamente bautizada "la calle que nunca duerme" por el bullicio que la caracteriza, así como en el grandioso teatro Cervantes conoció mismas ovaciones. ¿Condecoraciones? Muchas. Citaré la Medalla de Buenas Artes, que recibió a la par que Buero Vallejo, y el San Jordi en Cataluña. Fundó también su propia empresa cinematográfica. Pero hay que destacar que, pese a sus elogiados papeles en el celuloide, nunca abandonó el teatro. Debutó en el Teatro de la Comedia y, luego, en el Marquina, que en gran parte era de su propiedad. Dignas de mención serían sus interpretaciones en la serie televisiva "Estudio Uno". Se puede decir que su vida la culminó en la escena, pues cuando interpretaba junto a Amparo Rivelles "El canto del cisne", le fue diagnosticada una implacable enfermedad, causa de su muerte." Aquí termina el discurso de Fina de Calderón al que siguieron nada menos que DIEZ ZÉJELES, compuestos también por ella misma y dedicados a glosar la figura de Alberto Closas, es decir, diez poemas cuya forma se remonta a nuestra primitiva lírica castellana (siglo XIV), y que constan de un estribillo, varias mudanzas y un verso de vuelta que rima con el estribillo. El estribillo dice así: "Recordemos las famosas/ comedias de Alberto Closas". Y éste, el estribillo, nos lo hizo recitar a todos a coro al final de cada mudanza, para que todos participáramos. Una verdadera fiesta. Después vendrían el cava y las delicatessen, a las que todos nos apuntamos también, menos ella, por lo que he contado más arriba. María Anunciación Fernández Antón

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