sábado, 13 de noviembre de 2010

A casa por Navidad

A casa por Navidad, que ya está ahí, de Golem, contada por el noruego Bent Hamer, te hartas de ver nieve (yo tengo madre, menos mal, y a Gusti, si no, tendría que refugiarme en mi bendita comodidad, en mi bendita calefacción, y ponerme a ordenar mi casa, más cómoda y más vieja. Así el frío y el tener una madre que me necesita, me hace joven aún.) Son historias terribles, de egoísmo y frustración, pocas veces amor, todos quieren estar con alguien y hasta los que lo han perdido todo por su mala vida, regresan esa Noche. Un futbolista que lo fue todo, ahora alcoholizado, emprende el camino a casa, sin dinero consigue ayuda de una antigua novia, por sorpresa, pero lejos de salvarse, constata que ya no tiene remedio y muere en el tren al llegar a la ciudad donde sus pobres padres, enfermos, se cuidan mutuamente y custodian las fotos de su gloria. No cuaja el anhelo, tampoco en las otras: el que ha perdido su casa, a su mujer y a sus hijos y quiere recuperarlos esa noche, es chusca; la del amante que no puede dejar a su mujer, chusca y tormentosa, se desatará; es alegre la del médico que ayuda a nacer a un bebé y presta su coche a los padres para que lleguen a Suecia, son bosnios y perseguidos por la familia de ella. Y un principio misterioso, con alguien que debe disparar y no lo hace: la madre del bebé. Cruzando el límite es la ópera prima de un fotógrafo catalán pero grandiosa como una ópera, sobre los padres de adolescentes con los que no se sabe qué hacer. Investiga con sus personajes y llega hasta el fondo en la historia, resuelve, y en unos casos sale adelante y en otros se tira pro la ventana con ellos. No insinúa, no desliza, dice, ejecuta, actúa y acompaña. Adolfo Fernández, cuánto mejor está ahí que en 19:30, una pijotada en Matadero que me llevó Miguelito. Drewe es beunísima, en Irlanda, en plena campiña rodeados de vacas, una escuela-granja de escritores. Llega Rebeca Drewe y desencadena un ciclón, pero hay dos adolescentes que se aburren y enredan todo hasta desatar la catástrofe, como hacían los dioses de la antigüedad. 18 comidas está muy bien hecha, ambientada en Santiago y cómo no, The Way, con Martin Sheen, trazos inverosímiles (fiesta de gitanos en Burgos, la Tierra de Campos ni se toca) pero muy bien traídos por lo folklórico y espiritual. Ahora, la que fue una revelación de "mundos nuevos" y exóticos (Cruzando... lo sería d emundos nuevos pero cercanos) fue En el Camino, de Golem tb, ambientada en Bosnia con la guerra com exper traumática recién pasada y las relac entre los difer musulmanes (ligt y creyentes radicales).

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