sábado, 21 de febrero de 2009

josef sudek

En el CBA expone sus fotos en blanco y negro el checo Josef Sudek muerto en 1976. Mutilado de un brazo en la guerra, su retiro y su pensión dieron lugar a una vida de artista dedicado a observar los deatalles de la naturaleza, viva o muerta. Sus fotos están como envueltas en brumas, velso y cendales de luz, lo que evoca el romanticismo pero tb el surrealismo y el simbolismo. Su estudio y su jardín, desordenados y envueltos en esas ramas de árboles de un jardín abandonado, su ventana vista desde el jardín como un pequeño fanal en la noche envuelta en tinieblas, el brote de un manzano, una mesa vieja y una flor en un vaso.


El hijo de Depardieu, Guillaume Depardieu, recientemente fallecido, cojo y algo aficionado a la autodestrucción, hace un gran papel en Versailles. En este bosque mítico, de jardines siglo XVIII preservados del bosque entre cuya maleza se refugian vagabundos (los rechazados del sistema y que el sistema es rechazado por ellos) vive Guillaume. Una madre adolescente y su hijo se meten en el bosque huyendo de los controles sociales que quieren ayudarlos pero por separado, separándolos, y van a dar con la choza de Guillaume. La madre se va y no vuelve, el niño queda a merced del vagabundo, que del rechazo y los gritos, pasa a ocuparse del niño, no tiene a nadie más. El niño va creciendo y de entre la maleza salen otros habitantes del bosque, hacen fiestas, beben y se emborrachas, alunizan supermercados, uno de ellos enferma y muere y es enterrado allí dentro del bosque. Es una desmitificación de la belleza evocadora del nombre Versailles. Un día Guillaume decide que hay que sacar a aquel niño de allí y lo lleva acasa de su padre y de su madrastra, mucho más joven. La joven madre ha vuelto al bosque y ya no están, la choza ha ardido. No lo creen, rechazan a Guillaume con todo lo que traiga pero el niño se mete en la casa y se apodera de los corazones de ls dos adultos que deseaban un hijo: Siempre da Dios mocos... El niño pide a Guillaume volver a la choza, No, no, ya no es tiempo de cabaña, es tiempo de escuela, el niño se resiste pero le va perdiendo el miedo a sus compis, los juegos, los papis, loss sueños y pesadillas... Impulsado por sus padres, Guillaume lo adopta, para lo cual trabaja como una bestia en la construcción a fin de demostrar su capacidad de mantenerlo y su responsabilidad. Conseguido esto, se marcha de nuevo: No más construcción, no somos bestias, y se lo deja a sus padres, quienes se ocuparán de él. Ya adolescente y bellísimo, recibe una carta de la madre: Nunca lo olvidó, sólo se buscó la vida para poderlo reencontrar, el tiempo se alargó más de la cuenta, nunca ha parado de buscarlo. El niño la rechaza pero la oye, se abrazan. Versailles es la leche, el proceso es un poco como con "Julia". El adulto que se ve con un niño cuando tiene todo por resolver, pasa de maltratarlo de palabra y obra a dejarse atrapar por él.

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