jueves, 19 de febrero de 2009

XXIV Premios BBVA a la innovación educativa

Vuelvo para casa andando después del ágape en Recoletos 10, bendito sea Francisco González, qué majo es y delante del Museo del Prado veo a una parejita sudaca, pequeñitos, tal vez ecuatorianos, ella sentada en las rodillas de él y que ves que el hombre manda, pequeñito y menesteroso y canijo, es el que manda: Ella lloraba mansamente, con las manos en los bolsillos de la cazadora, sin secarse las lágrimas ni nada, lloraba y lloraba en silencio y tenía la cara colorada y él, que la tenía en sus rodillas totalmente a su merced, iba con la mano derecha, que es la que a mí me quedaba a la vista, de la entrepierna de ella al muslo, en un un juego de vuelta a empezar. Lo malo era que al pasar al muslo, le asestaba un golpe con el perfil de la mano como para dejarla seca, tiesa, un golpe de esos como para quebrar un ladrillo y vuelta a trabajar el muslo dopo la entrepierna y vuelta a empezar. Yo de piedra. Fascinada, me volví descaradamente a mirar cuando alcancé el primer árbol, el sol era abrasador ayer, estamos en verano parece, me paré y contemplé descaradamente hasta que él reparó en mí. No dio ni un golpe más mientras yo miré, supongo que después siguió y así es como se debe someter a las mujeres en alguna mentalidad, tan culpable ella como él. Debía de pensar la ELLA: Mientras esté pegándome, no está con otra. Sin duda, se crean lazos atizando al personal, lazos físicos; o también: algo habré hecho; o directamente: me pega porque me quiere, no le soy indiferente. La escenita me revolvió las tripas, esa chica debe tener el muslo para meterlo al horno y echárselo después a los perros. Antes había aparecido Ángela, como hace siempre una hora tarde, a sentarse en las primeras filas. Me puse a contarle cómo había profes jóvenes, una rubia concretamente en el Parque Aluche, a la que le oí yo decirles a los alumnos al paso de un profe veterano que simplemente quería dar clase porque ésa era su obligación: "Ahí viene el facha". Pues va Ángela, se da la vuelta 180º y se pone a buscar al facha viniendo por detrás de ella. Yo, desesperada: "Aquí no, Ángela, allí, allí" Y ella a buscar por allí. Y yo: hace ya 8 años, Ángela, en el Parque Aluche". Y ella sacudiendo la cabeza como diciendo: "No lo veo, no lo creo". Si yo me dejara llevar, la estarazo. Es peor hablar con un sordo que con un ciego, la convivencia debe de ser horrible, pobre marido qué agusto debió de quedar cuando tarifaron, porque además ella piensa mal, cree que te burlas, que te ríes, hay que dejarla por imposible.

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