martes, 24 de junio de 2008

peli de terror idiota y otra de terror al trabajo

La película funny games, juegos divertidos, de Michel Hanecke, muestra una especie de terror que, en dosis menos exageradas que las que muestra la peli, se da en la sociedad de hoy. Cada vez hay más gente, en apariencia completamente normal, que disfruta torturando, humillando sólo pro el arte de hacerlo, haciendo que el otro pierda la compostura y acabe mandando a la mierda toda la educación y los buenos modales que ha atesorado. Porque es un terror absurdo, que no busca nada, sólo humillar, como si fuera fruto de un estilo de vida refinado, en que no hace falta esforzarse para conseguir lo necesario. Entonces, así como aparecen las neurosis, el insomnio, etc., fruto del tiempo libre y de un ocio mal satisfecho, llega este tipo de terror como necesidad de explorar las defensas del otro. Por ejemplo, yo sé que a ti te molesta, que no soportas que yo me toque las narices. Pues lo hago cada vez que quiero provocarte, para que aprendas a no comportarte como un rey. Y un día te ato pillándote por sorpresa y te obligo a que lo hagas tú mismo, y a ver cómo llamas a la policía y demuestras esto. En al peli, un matrimonio y su hijo, que llegan a un lugar idílico de vacaciones, son "invadidos" por dos subnormales, invitados ambos de un matrimonio amigo que vive al lado, los cuales, aprovechando la confianza que les franquea la entrada en la casa, someten a los tres a las mayores vejaciones y maltratos de todo tipo. Luego a ver cómo llamas a la policía y denuncias esto, que no hay quien te crea ni manera de demostrarlo. No acabé de verla porque quería llegar a una demostración de PODOSÁN que me arreglara los pies, con Dérek como estrella, en Serrano 61, gimnasio Reedbock, y llegué, pero era horripilante, se te meten dos subnormales y como en A sanfre fría, pero éstos con los guantes blancos del golf. Otra cosa fue la de la farmacéutica Bienvenido a Farewell-Gutmann, que me recordó muchísimo al método Gronholm, como lucha por acceder a un puesto de trabajo que vuelve rivales a tres hasta ahora amigos sacando toda la mierda a flote y hasta el cuello. La peli me pareció muy hollywoodiense, aunque española, con Colomé de prota.
En el Pº del Prado, glorieta de Neptuno, me doy de bruces con Jesús, que está de imaginaria a ver si pasa, ala inaug de lo que va a ser un gourmet de comida rápida y barata, tb está Concha Guerra, el fotógrafo Javier de la CAM y todos los cocineros que salieron en aquella peli: El pez, el pollo y el cangrejo... Yo me fui pirque vi fatal el colarse, y preferí dirigirme a Castilla La Mancha donde al parecer había una entrega de premios, falso, sólo un libro de poesía. Así que volví, al bigote que me dio el queo (Jesús) no lo vi, pero me metí con toda naturalidad con el nombre de Roncero en los labios. Santo nombre que me abrió todas las puertas, allí dentro todos acaparando comida que dejaban destrozada apenas catarla.

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