sábado, 21 de junio de 2008

La casa encendida, Terenci y el Kronen

Bajando por la calle Embajadores hacia La casa encendida, todo son detritus. Las diferentes razas que la componen parece que hayan ido poniendo, no ya su granito de arena sino su granito de mierda al paisaje para colaborar a que esta calle principal sea un gran vertedero a cualquier hora del día. Las diferentes razas, chinos sobre todo, y moros, tienen en común que escupen, luego se tumban en los bancos bien de mañana, a vigilar desde allí sus negocios tan panchos, rodeados de toda la mierda, como si tuvieran asumido que ésta garantizara la prosperidad. Es una de las máximas del labrador, que la mierda es prosperidad pero aquí no han venido a labrar la tierra.
Ayer vi por fin, en la Academia, Historias del Kronen, que en su momento despertó gran algarabía y no había tenido ocasión de ver. Curioso que estos niñatos repelentes no supieran todavía lo que era el móvil, y era el año 1995. Usaban el teléfono fijo de sus sufridas e idiotas familias, para sus quedadas, sus pilladas (de coca), etc, su desenfreno estúpido sin épica y sis estética. Después de verla, qué razón tenía Terenci Moix cuando dijo a propósito de la cultura que depende de y pasa por ministerios: "Si se subvencionan mierdas como el Kronen con dinero público, cagada". Eso lo podía decir él porque estaba ya muy enfermo y no esperaba nada de ninguna administración, hoy no se mueve nada si antes no hay tela subvencionadora.
Nancho Novo me gustó más de lo que esperaba, aunque tuvo momentos flojos cuando recitó, enteras y verdaderas, poesías de Lope de Vega, Quevedo y Gustavo Adolfo, que una cosa es aludir a ellas buscando lo crítico e hilarante y otra recitarlas enteras entre pecho y espalda, pues aunque está claro que los clásicos no tienen desperdicio, me pareció una bajada tremenda en el pulso del espectáculo que mostró, sin rubor, lo buen profesor de literatura para cafres que sería Nancho Novo. Me explico: cafres que hayan acudido a oírlo por su propia voluntad y estuvieran incluso dispuestos a pagar por ello, como los que van al Alfil dispuestos a que el espectáculo triunfe aun a costa de axfisiarlo de éxito atronador. Otra cosa es que los cafres, una vez metidos en el contexto de que él fuera su profesor y ellos sus alumnos, y los tuviera que examinar por ello y de ello (la asignatura), tarea ingrata y desagradecida para ambas partes, se dignaran escucharlo, pero si iba como estrella del rock, o de al movida, o de destroyer de cualquier norma o principio sin ir más lejos, les podía hacerse aprender sin rechistar, poemas enteros más los tropos de la Literatura latina, griega y vernácula, y hasta hacerles recitar entera la tabla de multiplicar. Yo he visto contar de uno en uno hasta 10 en el Alfil varias veces, y contestar al cómo están ustedes payasil, a gente que hubiera asesinado a su profesor por la mitad de lo mismo. Gente más sumisa y más idiota que la que se coloca la etiqueta de progre no he visto en mi vida.

No hay comentarios: