domingo, 12 de mayo de 2013

Gegužinė es mayo en Lituania

Gegužinė es mayo en Lituania, y ayer tuve la suerte de estar invitada en los jardines de la Embajada de este país en Madrid (Pisuerga, 5) para celebrarlo a lo grande. Iba en sustitución de otra persona que no pudo ir (mi querida Maud, Française, nunca se lo agradeceré bastante), y me había citado con alguien que no encontró el sitio. Mucho mejor. había esperándonos unos anfitriones maravillosos, un tío guspísimo te ponía la copa en la mano rebosante de cerveza lituana sacada de una nevera con hielo, no había catering encargado, todo lo habían hecho ellos y no había por dónde mirar que no apareciera algo, algún manjar maravilloso y muy bien dispuesto. El jardín, pequeño, íntimo, estaba lleno de cosas útiles al paladar y agradables a la vista que hacían de él un verdadero jardín de las delicias. La música para acompañar tan deliciosos manjares estaba servida "en vivo y en directo" por un grupo de 5 músicos lituanos venidos para la ocasión desde Lituania, y que de allí partían hacia otra actuación camino de Burgos, ciudad en la que debían actuar de nuevo, esta vez ante las autoridades europeas. Andamos en el Día de Europa que por lo visto dura una semana, con fiesta lituana hoy en Alcalá de Henares y para seguir... Por esta razón, la embajadora se encontraba ya en Burgos y fue la cónsul lituana (guapísima, jovencísima, Aurora) quien nos hizo los honores. Desde las 7 de la tarde hasta las 10 de la noche, hora en la que me esfumé hacia mis menesteres, la fiesta se mantuvo en lo más alto: Allí la mezcla de culturas, de razas, de confraternización en suma, habían ido aumentando en medio del jardín delicioso, y con ella mi admiración por lo que veía, oía y degustaba. Matrimonios mixtos eran los más, con unos niños que cortaban el hipo, educados y encantadores. Maud, tus gemelas hubieran disfrutado a lo grande con aquellos amigos. Los músicos, buenos comedores y bebedores, como corresponde a su oficio, no perdían baza tampoco y en cuanto paraban de tocar, animaban al respetable con su ejemplo, sobre todo a los contemplativos. Lástima que se tuvieron que ir a eso de las 9, lo que probó que sólo estaban allí lo suficiente, que para mí fue escaso. Si siguen un ratito más, acabo corriendo por el jardín de la mano der Heindrick, el encargado de que nunca estuviéramos con la copa vacía, y/o subiéndome por las paredes, siempre al son de su música que incitaba al baile, con rasgos muy marcados, ya celtas ya eslavos, llena de resonancias e influencias mágicas.


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