Habemus papa Tintín y el secreto del unicornio

Michel Piccoli pone cara a este pontífice con depresión, que nos e ve capacitado y huye de su responsabilidad. Cualquiera puede comprender, cualquiera de nosotros se ha visto en esa corcunstancia de querer echar a correr y sin embargo, tener qeu agarrarte fuerte al suelo porque nadie te va a quitar "tu carga". El director, Gianni Moretti, es el director y a la vez el psicólogo que le ponen al Papa para ayudarle a superar su crisis de ansiedad. Un psicólogo ateo. Que no puede preguntarle al papa pro sus traumas infantiles o adolescentes (todos seguramente relacionados con el sexo), que no puede tratarle en suma porque con el papa no se peude hablar de casi nada. De nada. Es así como llevan al papa de incógnito a otra piscóloga, la mujer del Gianni, que esta´empeñada en que todos tenemos el "desequilibrio paretal": siendo niños, nos pospusieron, ella sí que puede tratar al papa porque no sabe que lo es. El Papa se aloja en una pensión y eso da lugar a conocer tipos curiosos (un grupo de cómicos que recita a Chéjov en pelna noche, el director es llevado por la ambulancia, loco) y Piccoli recuerda cómo él no pudo entrar en la Escuela de Teatro para ser actor, su verdadera vocación, su hermana sí. Doble trauma. Pero y digo yo: para un actor, qué mejor papel que Papa? Todo se lo dan hecho, él no tiene poder para decidir nada, sólo dar la cara y saludar, qué mejro para un actor? Hay escenas graciosísimas, como cuando tres cardenales se quieren salri a ver museos y comer buñuelos y no les dejan lo prohibe el protocolo: Nadie debe salir hasta que el papa salga a saludar. Moretti, entre tanto, dentro del V., que tampoc él puede salir, los pone a jugar a balón volea y es total, todos se destapan, ya noe están enfermos ni con pastillas.
Tintín está muy bien: Unas imágenes preciosas, del mar y de la ciudad, los piratas y las mansiones en ruinas... Lenguaje limpio y muy bien construido, alegre todo un canto a la amistad y a la sed de aventuras, con trucos y tópicos piratas y detectives muy bien traídos. Hergé los lleva a Marruecos donde actúa una cantante idéntica a Vicenta delante de un rijoso millonario, heredero del malo que ha ususpado la titularidad del tesoro.