lunes, 5 de octubre de 2009

Gracias, Espíritu Santo

En el FIT de Cádiz 2007 ésta fue la frase más graciosa de las que se colgaban en el Tablón de anuncios: "Se están acabando las camisetas: Gracias Espíritu Santo." Lo otro, todo eran desgracias y entradas con la hora mal puesta, enchufados que no se inmutan y al que le toque ajoyagua, muy poca gracia. Por eso he decidido darme una tregua. Abdel (31 años, buenísimo, albañil, con unas manos de oro para mi espalda) me hizo acordarme de lo que odio que los tíos se me laven en casa. Y no lo entienden. Se empeñan y hay que explicárselo, me pongo a ello: -Vamos a ver, no tienes ningún motivo para sucio, si tú te sientes sucio, te lavas en tu casa. Odio el "espíritu olímpico" (se me ocurrió así), un tío que después de 5 minutitos, se tiene que duchar. Corriendo. Tanta ducha ni tanta gaita, Por qué? ¡Pero si no has hecho nada! Y encima te sientes con derecho a ducha como si hubieras hecho una proeza en medio del barro y de la nieve... ¿Te sientes sucio, te he ensuciado yo, te has ensuciado tú al contacto conmigo? Pues eso es problema tuyo. -Déjame que sea problema mío pero necesito ducharme. -Pues te duchas en tu casa. Yo no estaría nunca con una persona cuyo contacto me haga sentirme sucia, cuyos flujos me parezca que me manchan. -¿Ni siquiera lavarme las manos? -Con las manos me has tocado, me has echado una crema que vale un galón la onza, qué es lo que te tienes que lavar? "Sucias" están mis sábanas y no las pienso lavar en un mes. No tienes ninguna razón para sentirte sucio. -Bueno, ésa es tu impresión, la mía es que necesito sentirme... -Pues te sientes en tu casa. -¿Ni siquiera las manos? -Ni siquiera las manos. A mí no me da nadie ejemplo de limpieza con mi agua, mi gas y mis jabones, vete a tu casa a ser todo lo limpio que quieras. Odio el espíritu olímpico! (Otra vez. Y esto era la víspera de que nos rechazaran para 2016) ¿Sigues queriéndote lavar? -No ahora ya no-, marchó cabizbajo y enfadado.
Ah, y me importa un pito que se enfade y no vuelva, así de poderosa me siento con la razón por delante.
El alemán ayer fue de traca: Guapísimo, simpático, 35 años, ¿no tienes ninguna amiga de mi edad? Llegó con una pizza sin empezar, puedo sentarme, quieres, yo no tengo hambre, he bebido, estaba colorado de bebida o de algo más, eran las 5 de al tarde y se empeñó en que yo estaba en la calle: Estás en la calle, tía, tienes que mirar por tu vida. Como que en ese sitio (cerca de un centro de día) y a esa hora todos los que allí se sientan están "en la calle". Tienes que buscar tu vida, eres guapa, estás en la calle. Y dale. De repente: -Tú puedes ganar tu vida con tus tetas, estás en la calle, tía, qué haces por tu vida. También puedes chuparla, no pasa nada. Lo primero que aprenden de nuestra lengua son estas cosas: chuparla, follar, todo anima. Y dale con que quería sacarme de la calle: -Vivo ahí, de verdad, es mi casa, mi novia con depresión de la cabeza, yo bebo. ¿No tienes amigas? Es mi casa, es tu casa, si necesitas algo, de verdad. Lo más gracioso fue cuando me pidió fuego. -Lo siento, no fumo. -¿Por qué? Se levanta y va hacia un anciano con garrota que veía a sentarse y que se alejó sonriendo: Tienes fuego? Por qué, eres homosexual? Luego fue a tres ancianas que arrastran una pierna o algo cada una, desvencijadas que viven en 5º pisos por lo que las oigo, y que se sientan allí casi cada tarde, no hacían más que mirar la escena y allá les cae: -¿Fuego? Sostiene con ellas el tema y regresa a sentarse. Otra vez se levanta y va hacia ellas con la misma. En esto, se saca el mechero y enciende. Vuelve y apenas sentado: Me voy a dormir, mi cabeza muy mal, mira: de verdad, mi casa es también al tuya, de verdad. -Muchísimas gracias. Me miraba con pena aunque yo me reía a carcajadas y, sin acabar de irse, buscaba algo en los bolsillos, a lo mejor calderilla para mí, que no encontró, qué ojos y qué pelo, lástima colorado como gamba hervida. Me puedo ganar la vida con mis tetas y chupándola. Lo dudo.

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