lunes, 8 de octubre de 2018

Tamara de Lempicka (1898) en el Palacio de Gaviria

La exposición de Madrid presenta una atenta contextualización de la trayectoria artística de Lempicka también a través de una puesta en escena inmersiva, donde sus obras están colocadas en ambientes decorados con reconocibles objetos déco. Así se constituye un recorrido en el que las pinturas dialogan con muebles, biombos, lámparas, jarrones, vidrieras, fotografías y grabaciones de época.

Comisariada por la experta Gioia Mori— quien ha dedicado una década al estudio de la artista rusopolaca—, este proyecto expositivo recorre la trayectoria de la "Reina del Art Déco". La labor de la comisaria ha contribuido a arrojar luz sobre la gran dimensión artística de Lempicka y a reconstruir los aspectos más desconocidos de su biografía.
Tamara de Lempicka fue pionera en desarrollar el movimiento más característico de la época, marcada por la estética de los años 20 con sus motivos geométricos, colores brillantes y formas rotundas: el art déco. Un estilo clásico, simétrico y rectilíneo que alcanzó su mayor apogeo entre 1925 y 1935, pero que hunde sus raíces en movimientos anteriores como el cubismo y el futurismo, así como en la influencia de la Bauhaus. Lempicka fue una de sus representantes más destacadas en el ámbito de las artes plásticas, para las que planteó toda una revolución.

La muestra, que está despertando gran expectación en el público español desde que fue anunciada por Arthemisia, ha sido ya presentada por esta empresa italiana de gestión cultural en otras sedes como el Palacio Real de Milán (2006), La Pinacoteca de Paris (2013), el Palacio Chibalete de Turín (2015) y el Palacio Corti de Verona (2015), todas ellas han cosechado notable éxito de público y crítica.
“Tamara de Lempicka. Reina del Art Déco” establece un recorrido por la evolución de la artista a través de 10 secciones a lo largo de las salas del Palacio de Gaviria. Además, constituye en cierta manera su vuelta a España después de un épico viaje que la artista realizó hace ochenta y seis a nuestro país y que tuvo gran calado en su obra y en el mundo artístico de la época.


Viaje a España

En el verano de 1932, la artista realizó una larga estancia en España, con un viaje que la llevó a Málaga, Sevilla, Córdoba, Toledo y Madrid, documentado por algunos extasiados artículos firmados por los críticos españoles del momento. Aclamada como una diva, admirada por su arte caracterizado por un lenguaje neto y refinado, descrita como un ejemplo de belleza y elegancia, Tamara de Lempicka subrayó en las entrevistas su interés por El Greco y Goya, que estudiaba diligentemente en largas sesiones en los museos españoles.

Musa e grande ritrattista dell’art decò, figura circondata da un alone di leggenda, Tamara Gorska disse che comprare tele e pennelli e dedicarsi alla pittura fu la sua risposta all’infelicità matrimoniale e alla crisi economica.
Nata nella Varsavia zarista nel 1898, nel 1916 sposa Tadeusz Lempicki e si trasferisce a Parigi dove inizia il suo brillante percorso nell’ambiente dell’alta società parigina e nel mondo dell’arte frequentando gli artisti cubisti e futuristi. Bella e disinibita, pittrice di successo, Tamara è l’icona dei ruggenti anni Venti, gli anni folli che corrono incontro alla fine della vecchia Europa. La sua pittura fortemente visiva, sensuale e scandalosa è caratterizzata da un’anatomia sfigurata e deformata all’interno di linee curve che disegnano archi e cerchi di matrice cubista. La potente costruzione scultorea delle figure si fonde in un raffinato decorativismo. La gamma cromatica è molto ridotta, gli spazi della composizione sono angusti, i volti delle figure sono definiti da ombre nette e caratterizzati da occhi distratti, malinconici, che tradiscono un disagio psicologico.Le sue donne sono belle, ricche, eleganti, seducenti ma irraggiungibili. Questa pittura raffinata, fredda, teatrale, denuncia il malessere dell’uomo, il disagio del mondo moderno, il senso estremo del vivere che prelude all’imminente tragedia della guerra. L’autoritratto a bordo della Bugatti verde è diventato il simbolo di un’epoca.

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