martes, 6 de octubre de 2015

La rançon de la gloire: emotivo -y estrafalario- homenaje al mundo de los payasos, del circo

A las vidas anónimas que ni siquiera tienen ese minuto de gloria. El alegato final del fiscal en que acusa a los 2 secuestradores del cadáver de Chaplin de haber hecho algo nefando y pide para ellos la pena máxima recitando íntegro el lamento hamletiano por Yorik, el bufón, su bufón, seguido del alegato de la defensa citando a los desarraigados en los que se inspiró Chaplin para crear La dama y el vagabundo, Luces de la ciudad, los sujetos de las hambres que recrea Chaplin comiéndose los cordones de los zapatos por dignidad...
Dejémoslos libres, se dirige al jurado, que ya están ellos bastante condenados de por vida al anonimato y a la pobreza, y no les arrojemos encima la infamia de la cárcel, el encierro y el destierro.
El caso es que la escena final es con el payaso y otros robando una estatua de Chaplin para liarla de nuevo y de nuevo intentar salir de la miseria.
Dice Jerónimo que la familia colaboró encantada con la peli basada en hechos reales ocurridos en Suiza en el cantón Voil? donde Chaplin tiene la villa familiar... y estos pobres dos emigrantes viviendo en una caravana, la mujer de uno enferma y sin poder irse a casa porque hay que pagar 52.000 francos. Dona Chaplin fue quien los pagó, el papel del mayordomo, militar en la reserva que había participado en el Desembarco de Normandía, no tiene precio: Llevo 37 años de mi vida pegado a él, ahora que ha vuelto a la vida no seré yo quien se quede en casa. y lleva las riendas de la investiga del secuestro...
Espero que algún crítico concienzudo haya alabado este papel.

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