martes, 18 de agosto de 2015

Cut Bank, tío más guapo y más tonto non vi en la frontera... Genial John Malkovich

 Frustración ante la falta de salidas, ganas de escapar hacia otros horizontes más abiertos. Pero hace falta dinero. Aquel verano de 1984 una llamarada ardió muy fuerte, dice la canción final y así parece que en el arranque se produce una gran deflagración en el trigal que va a cambiar las cosas para siempre, como ese campo de espigas al golpe de un disparo. Porque resulta que Cut Bank, la población de Montana que da título a la película que vemos, es la más fría de Estados Unidos, el pingüino es el tótem familiar que se reproduce en las lámparas de las mesitas de noche que iluminan los sueños, en el papel higiénico... Pero justo por eso en Cut Bank la acción se sitúa en pleno verano, para que el frío no congele ese arranque esplendoroso de promesas frustradas en frío.
Y es que Cut Bank, del director Matt Shakman, está llena de clichés que ya hemos visto en otras películas de crímenes inconfesables cometidos por gentes que llevan una existencia anodina en apariencia, y hasta el gusto por las tartas y la buena comida en general nos resulta familiar en los investigadores o "removedores" glotones como es el caso del inspector que no se altera por nada.
En el polo opuesto está el cheriff que sin embargo, también está anclado e inmóvil en el tiempo y en el lugar, pero éste gasta pocas palabras. Gente que parece que está detenida mientras las cosas ocurren en otro lado pero que llegan milagrosamente a tiempo cuando estallan, como si ellos tuvieran la espoleta de la deflagración pero que en lo que no salta, no la ven.
De hecho, este parecido entre Fargo y algunas escenas y personajes puede deberse a que Shakman ha dirigido varios capítulos de la serie basada en la película de los hermanos Coen.
Shakman parte del guión de Roberto Patino (Hijos de la anarquía), para debutar en la gran pantalla con esta película que te atrapa al mismo tiempo que te hace reír, por lo previsible de la testosterona, como el propio sheriff John Malkovich deja caer.

Cut Bank - CartelCut Bank es la historia de un plan sencillo que acaba derivando en una carnicería. En un pueblo pequeño en el que apenas pasa nada, Dwayne (Liam Hemsworth) graba por casualidad el asesinato del cartero local, George Wits (Bruce Dern), mientras su novia, Cassandra (Teresa Palmer) y él realizan un video en medio de un campo lumínico y cromático, el resplandor o fulgor inicial del trigo Y sin embargo es el perfecto paisaje para arrancar una historia de ambición y mezquindad, de asesinatos y de violencia, y, sobre todo, del fin de la inocencia. A partir de ese asesinato, se sucederán otros uniendo en cierto modo dos narraciones que tendrán a Derby Milton (Michael Stuhlbarg) como vehículo alrededor del cual parece gravitar la acción. El que es tenido por tonto e inocentón que da la sorpresa para la que lleva toda la vida preparándose en silencio con sus devociones inexcusables. (Es como si yo, con una cocina guarra en la que me engraso a diario, guardara en mi trastero, como congelada, una cocina perfecta e inmaculada con papi y mami charlando amables y donde nada se echa en falta.) La familia ideal que nunca tuvo, salvada de los animales que tanto amó y a los que diseca por salvar su dignidad. Bajo lo apacible anida algo extraño.
Shakman parece consciente de estar jugando con elementos demasiado reconocibles. Pero entre las imágenes de Cut Bank se cuela de vez en cuando una violencia física que rara vez se muestra en su consumación más brutal pero que se expresa, en sus mejores momentos, en una atmósfera y en unos personajes asfixiados por su entorno. Algo que gravita en las imágenes de la película pero que no consigue expresarse con la suficiente crudeza. Tanto, que pueden entrarte ganas de abofetear a Cassandra y, por el contrario, la antigua Miss que sí sabe tratar a Derby, pone un poco de cordura en tanta tontería como se cuela de la mano de los dos novios guapos de narices. Por cierto, ella estaba al tanto de las trapacerías de él, pues va listo, que el suegro le tiene enfilao y no creo que le perdone tan fácil, ya veremos (dijo un ciego).

Los actores, especialmente, Michael Stuhlbarg en el papel del tontito gafotas, está genial. Y la excelente fotografía.
Lo peor: Que produce demasiadas resonancias con otros títulos con los que sale perdiendo considerablemente.

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