miércoles, 15 de enero de 2014

Angelines Herrero, mi maestra en Villaverde

Iglesia de Mondreganes

Navidad 2013
Navidades al sol, pascuas al humero, año derechero. Pues si es verdad, este año lo vamos a tener derecho sólo a medias, que unos días están soleados (como en el refrán) y otros como que no levantan cabeza, de la capa de grisura que les ha caído encima ya desde antes mismo de amanecer. La mayor parte del tiempo lo pasamos solas mi madre y yo, las tardes se hacen largas, sobre todo porque los domingos y festivos no hay misa, que ya fue por la mañana, y hay que charlar de lo uno y de lo mismo para llenar el tiempo. A diario no pasa esto. A diario solemos tener visitas, gente a comer que nos traen novedades y motivo de charla para estas tardes a solas, luego nos matamos a fregar a mano, siempre con agua hirviendo para que las grasas no se peguen, benditas grasas con lo buenas que están en caliente. La calefacción nos ahoga, pero ella nunca tiene bastante calor, ¿no ves que los viejos necesitamos que nos llegue a los huesos?, ¿que ya tenemos la sangre muerta que no nos calienta?    
Repasamos canciones, cantamos villancicos, ella adorna todo con dichos de los de antes, llenos de sabiduría y concisión, como el que cité al principio: "Navidades al sol, pascuas al humero". Y este otro todavía más adecuado al caso: "Regalo de monja, carga de trigo". La nieta política le ha llenado la casa de manualidades: Toma, abuela, esto es para que lo pongas encima de la televisión, mira qué bonito queda, y estos paños son unos cojinitos para que apoyes tu cabecita al dormir, así y así (se los pone en la oreja, uno en cada), que todo lo he hecho yo con mis manitas. (Y más bajito:) Después tú nos lo pagas con dinerito, eh, abuelita. La nieta es andaluza y, por diminutivos que no quede, no carecemos de nada. 
Ésta va a ser -me dirá más tarde, cuando ya se hayan ido- como aquel que decía tu abuelo, regalo de monja, carga de trigo. Cómo será que todos están locos por el dinero, mira que se beben los vientos por los euros, ¿eh? Yo no sé, yo creo que antes no éramos así...
-A tus labores -me dice en un repente, enérgica y más, para que vaya a poner agua a calentar para una manzanilla a medias entre las dos. Con una bolsita nos manchamos el agua, que no hacen falta 2, así se ahorra para poder seguir dando y dando-.
Y cuando me ve a la tele, "Tus labores están pendientes". ¿No te lo he contado? Eso se lo decía a Aura su abuela, la tía Felipa, qué tía más lista, Dios. Fíjate que, como a Aura la acompañara alguno, si se quedaban hablando allí a la puerta, haciendo el tonto un rato, nada porque antes no pasaba nada (no es como ahora), como fuera uno que a ella no le pareciera bien, enseguida se la oía: Aura, tus labores están pendientes.
Ahora, como a ella le gustara el que la acompañaba, entonces se estaba calladita allí dentro sin que se la oyera ni mu. Ay pero si no, enseguida se la oía "Aura, tus labores están pendientes". Pues así yo a ti, Aura...
Y hablando, hablando, sale la señorita Angelines, una maestra que hubo en el pueblo durante años, que era de Mondreganes, un pueblo casi al lado que entonces nos parecía la luna, y fue la que más canciones y más de todo nos enseñaba.
-Es que yo estos villancicos de No me diréis María, creo que me los enseñaste tú, que tú los cantabas en la escuela con aquella maestra tan buena que estaba de posada en casa de Amparo. ¿No te acuerdas?
Qué memoria que está revivificando la mía, perdida entre tanto barullo. Claro que me acuerdo de esta maestra, la mejor de todas, la que consiguió hacer de la escuela un paraíso en medio de nuestras miserias. Un paraíso y un refugio adonde acudir gozosas, era femenina entonces la escuela y en ella la maestra encarnaba la feminidad más acendrada: Faldas, pelo bonito, uñas rojas largas, hablar elegante y con diminutivos, voz armoniosa porque todas escuchábamos sin rechistar las palabras de la maestra... Y las canciones. Las tardes eran para aprender canciones: "Yo quisiera ser herrero"... pero sobre todo la preciosa "Treinta duros me da el rey por la cinta del pelo" Acabamos cantándolas en un disfrute y una remembranza total, un sentido homenaje a aquella maestra que seguramente aún sigue viva.
-Era amiga de Crucita la de Tío Martín, habían estudiado juntas y venía a San Juan a casa de Tío Martín. ¿Cómo no se casaría aquella chica tan guapa y tan buena, he dicho yo muchas veces, si los tenía que tener a montones?
-Ay, Mama, ¿tú sabes la de gente guapa y buena que no se casa nunca?
-Sí, pero de una como tú no me extraña, pero de ella y entonces en aquellos tiempos, sí que me daba pena verla que se iba quedando soltera, porque cuántos años estuvo.
-Muchos, la que más.
-A lo mejor está ahí al lado, en Mondreganes, y quién sabe si casada y con nietos ya, por qué no se iba a casar, lo que la sobraría sería con quién si hubiera querido.
-Jo, si allego a saber eso de Crucita, te acuerdas cuando nos la encontramos al salir del cementerio y salimos pitanto, si llego a acordarme entonces, le pregunto por Angelines, Angelines Herrero.
-¿Y de mí no te extraña que me haya quedado soltera?
-De ti ya nada, de ti no me extraña nada. Allá al principio cuando veía que todas las amigas, pero ahora te veo mejor así. No me digas que no estás bien así haciendo lo que te da la gana.
-Contigo.
-Claro, conmigo puedes hacer buenamente lo que quieras, pero allí en Madrid no me digas que careces de algo, será porque te da la gana.
-Si tú lo dices. Es verdad que lo tengo todo pero en un pueblo no podría estar. De contino, no.

Santuario Virgen de Yecla

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