viernes, 11 de febrero de 2011

The kids are all right o la enorme vitalidad de los genes

Annette Bening y Juliane Moreau trabajan maravillosamente juntas en esta cinta, son dos madres lesbianas que han adoptado sendos niños, no, que los han engendrado con el semen de un donante, el mismo, y su relación es muy semejante a la de la pareja tradicional: celos, roles de poder, obsesión por el orden... Los niños, ya adolescentes a las puertas de la Universidad, quieren saber quién es su padre y lo averiguan antes de que sus madres lo hagan ellas mismas y se lo digan. Entre ellos se establece una relación maravillosa de mutua fascinación: Es un tío lo más elajado posible del estilo de vida de ellas, un tío alejado de la asepsia civilizadísima en que viven, pues t un restaurante y cultiva sus propias verduras, tiene una amante mulata a la que deja al conocerlos, ha perdido el interés, el duele la cabeza y loq ue pasa es que se ha dejado fascinar por el mundo de ellos y de sus dos madres con una de la cual, Moreau, aficionada a la jardinería, yace. Las otra se entera y la lía. La cosa queda en suspenso cuando lso chicos se vana sus respect universidades.
Una película iraní más opuesta imposible: 4 mujeres se refugian durante el golpe de Estado contra el Sha de Persia en los años 50 en una finca con jardín inmenso y en abandono, como están ellas, unas por exceso y otras por defecto, que sobre todo huyen de sus vidas y necesitan reposar. Pero está claro que ni allí pueden porque necesitan invitar: A la política y el caos se une el realismo mágico: Enterrada en su jardín, una de ellas vuelve a al vida y se una a los comunistas, otra, obligada a prostituirse en su vida anterior, flota como Ofelia en un estanque de lotos hasta morir de lo contrario a la bulimia, una tercera es solicitada por su amante ya casado cuando ya se liberó de él, y la cuarta, mujer de un general al que deja para irse al campo, invita a su antiguo amante a la fiesta a la que él acude con su prometida americana... Caos, política y realismo mágico. Estas atmósferas tan diferentes de las nuestras, por fuera de encanto pero que esconden dureza y crueldad, son las que fascinaron a Ange Lee en Venezzia, presidente del jurado que en 2009 le entregó el león de Plata de la Mostra.

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