domingo, 26 de septiembre de 2010

Comprar casa con hipoteca, la madre que lo trucho.

Estoy atosigada y si al final no me la compro, será por esto. Nadie me lo sabe explicar, todos que no hay problema. Voy al Banco y la directora me aturde, llega un momento en que no la sigo pero no me quiere dar nada por escrito: Un día te lo explico, qué mona vas, ay qué mona. Me pongo mala y me voy de allí. Últimamente ni en los Bancos podemos ver a un hombre, todo mujeres. Más información me da internet pero no la acabo de entender. Concluye con que los Bancos ellos se entienden entre sí, pero siguen saliendo casos de familias que compraron con hipoteca, el vendedor no la liquidó a paesar de todas las precauciones y acabaron recibiendo cartas de embargo. Ahora todo está sujeto a una hipoteca: ¿Por qué compraron si no pueden pagar? ¿Compraron para especular pensando en vender de súbito supino?

Y ahora las pérdidas: Tía Caya, en una residencia de Lorenzana desde hace 2 años, ya no da un duro por León, su León, lo que ha sido ella León: "Si ya no conozco a nadie, ya no me acuerdo de nadie" ¿Por qué adelgazan tanto en las residencias, es la comida sin sal o es que tienen todo el tiempo del mundo para roer los recuerdos y el resentimiento les devora? Sufren mucho, se inclina Fidela, quien, sin embargo, se resiste a asumir responsabilidades que debieran asumir los hijos (de Caya): preguntarle si quiere salir de allí, si quiere irse o está bien. A mí no me lo va a decir porque sería poner en evidencia al hijo, el hijo que no va ya cada semana porque tiene muchas cargas y cada vez irá menos, ella está medio cegata y desmemoriada. Pero con una ilusión loca por la merienda (que es dulce) y los hombres todavía, milagro de vida: cuando aparece un chico joven se enciende y su mayor alegría es recordar al que la sacó a bailar en el imserso (Mira, ahí tienes un hombre, me acuerdo que se llamaba Lorenzo, morenín, más guapo) la tarde en que los llevaron en autocar a un baile. Yo creo que todavía no le haría ascos a un hombre, por lo menos a un joven, no, y tal vez eso sea lo peor de estar encerrada allí, mejor la tuvieran de madame en una Casa de putas, joder, es lo que tenían que hacer con los viejos en vez de atarlos a las camas, llevarlos de putas, por lo menos darle la opción al que quisiera y no ponerlos mirando para el "otro lado".
Mi madre ha perdido a otra amiga. Otra que ha desaparecido sin dejar huella ni despedirse. Se sentaba a su lado en silencio en la capilla de las monjas, no hablaba, ni dijo su nombre pero siempre juntas y un día ya no bajó más. Mi madre le llevaba de tanto en tanto bombones y un día se los llevó y se los volvió a llevar al sgte. y al otro, hasta que los tuvo que sacar del bolsillo y dejarlos en casa que se la derritían. Muerto, no creo que haya muerto, simplemente ha dejado de bajar.
En la Residencia de mi Tía Caya hay otros tantos (más de 30 por lo menos) que no bajan ya nunca. Están encamados inmóviles arriba y no bajan nunca. Los que bajan son los buenos, los que no están bien ya no bajan.
Todo eso tiene que pesar sobre el ánimo de estos últimos como mi tía: Un día yo tb dejaré de bajar. Pero también debería espolearlos a resistirse: Que me esperen mucho tiempo, yo sigo bajando. Y a comer: Ahora a las 5 nos dan café con leche y 4 galletas María. ¿Ya son las 5? Son las 3, tía. ¿Todavía? Me repitió 30 veces lo de las 4 galletas y el zumo de ella porque le sienta mal el café, también lo de mira qué hombre más guapo cada vez que salía un albañil de la obra. Mira, allí hay un hombre, y se les veía sólo el torso subidos al andamio, y otro, mira otro. buena es mi tía. Debe creer que yo soy tonta o que no me gustan los hombres: Tú no has querido casarte ni echarte novio, me espeta al final después de los abrazos. Y se iba tan contenta a sus galletas y a su refresco. Tienes manos de monja, tía, de monja pastelera. Y ya no cantas, con la voz tan bonita que tenías. -Qué va, nada.
Y aquella otra pobrecilla que tenía un hijo médico y que decía había nacido en el 52. O nos tomaba el pelo o estaba traspasada, una de dos. Lo que yo he llorado, decía, tu tía y yo nos consolamos.
Mañana será otra cosa. Mañana veré Buried y otra que suena rara El cielo de Deep Metha. No sé si saltarme la segunda e ir a una demostración gastronómica madrileña en la Plaza de la Independencia. Tb hay una entrega de premios por la Igualdad en África en Santa Engracia a las 13, empezamos fuertes.

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